miércoles, 12 de junio de 2013




Para mi  padre quien descansa
consiente de mis manos.

En ese lugar donde los perros gruñen
hasta al más conocido,
mi boca va desgranando palabras
y tus ojos me hablan des-conmensurados
de la ropa que grita desdentada por el luto.

La noche abre sus puertas,
una voz altisonante con los dedos sobre los labios
en señal de silencio,
me recibe acostada sobre el mutismo
aletargado del espacio.

Entonces mis lágrimas te extrañan,
quiero verte,
aunque te escondas en esa soledad
fugitiva de mi vista,
donde la memoria juega sola
a olvidar el recuerdo de tu sombra,
insisto en espiar tu rostro.

Mis pies muy sensitivos
se nublan ante los tropiezos con las piedras;
pobres, su lenguaje no se entiende,
necesitan caminar sobre estrellas
para descifrar las costras de la herida.

Y sigues muerto,
como aquellos huesos que ya no brillan
enterrados en el cuerpo del pasado.

Padre, hijo, hermano,
descansa,
se que duermes a señas con fantasmas
mientras respiro el llanto en tu ventana
me acostumbro a mirarte en tu retrato

CHARY GUMETA
DEL POEMARIO: POEMAS MUY VIOLETAS